domingo, 12 de julio de 2009

La historia de siempre

La historia de siempre.

Manuel era un estudiante normal, de 5 que se dice, con algunos, aunque escasos, amigos y buen hijo. Siempre se comportaba bien, cumplía las órdenes que recibía, de alguna se escapaba, claro, pero nada raro en un chico de 13 años. No era muy aclamado por las chicas, en realidad ni por los chicos, cuerpo blando sin apenas carne o grasa, gafas y un vestuario heredado de su hermano provocaba mofas y burlas entre los que se hacen llamar "compañeros de clase". Sin embargo, sus amigos de verdad, conocían su simpatía, amistad, compromiso, alegría y su capacidad de hacer reir; pero todos se quedaban atrapados en las redes de su aspecto exterior.

Oscar, por su parte, era su némesis, por lo que no me voy a centrar en la descipción. Guapo, con amigos (aunque no 1 ni 2 serían capaces de darle una puñalada por la espalda sin lugar a dudas ni remordimientos), a la moda y con una novia cual parásito que busca la protección del más grande.

Un día ambos coincidieron en la cocina del colegio. En un principio ni sus miradas se cruzaron pero todo se turbó. Maria se cansó ya. No se puede tener una relación sobre una mentira. La prepotencia había podido con ella, aunque tampoco es que le quisiera. Le dejó.

Oscar se moría de rabia. No le había podido pasar a él. ¡¡Le dejó en medio de todo el mundo!! Será guarra. Si no la quiero, pero que me deje delante de todos ... ¡que zorra! Si sólo estaba con ella por las mamadas que hacía.

En ese momento Manuel miró, para ver que pasaba. Vió revuelo y, aunque no le interesaba nada, se sorprendió. Fue justo ahí, Oscar le vió mirar. Se enfuscó. "Que miras". "Yo nada, nada". "Como que no, gilipollas". Empezó a temblar y a tartamudear "Yo ... yo ... yo no quiero problemas". "Es tarde".

Cierto es que Manuel era un poco paspán, pero fue llamado a ser un héroe ese día. Se armó de valentía, pero también de lo que no es. Cogió una bandeja y según se avalanzó Oscar sobre él se la lanzó. Es la historia de David y Goliat. La bandeja volaba hacia la cabeza del contrincante, pero le faltó fuerza.

La ira de Oscar se cebó con Manuel. Nadie hizo nada por ayudarle. En el último golpe cayó y se golpeó la nuca con la mesa. Quedó tetrapléjico. Se le fue la vida por una mirada indebida, por una tonteria, por la prepotencia y por las mentiras.

La historia de siempre.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Por Diossssss...pero que malo.

Por cierto, cuidado con los hidratos chaval, que se te esta poniendo un culo carpeta...

M@r@ dijo...

Vaya Robus,entro aqui y me recibes con una historia chunga....:(
Yo habia olvidado esto un poco,no se si me escribirás o no pero ya sabes que siempre estoy por aqui.
Un beso