sábado, 2 de enero de 2010

Ab cascarrabias

En una vieja tienda de barrio, Emilio, un cascarrabias de avanzada edad, trabajaba la talla de madera. En una economía mundializada era uno de los pocos que seguían optando por un negocio personal de artesanía. Sin embargo, la gente prefería la profesionalidad y la unicidad de las piezas del "Viejo" como cariñosamente le denominaban en el barrio.

Sin embargo, existía esa extraña relación entre la gente y el dueño. Sus gracias de cascarrabias provocaban la indiferencia de algunos, aunque bien entendían el comportamiento por la situación del Viejo. Una vida de soltero, con dolores de pierna habían mermado el humor del susodicho, y las mofas eran entendidas por los clientes. Al fin y al cabo, le tenían aprecio, los más pequeños le llamaban "House".

Ese carácter surgió tras un robo que sufrió. Al llegar un día a la tienda, vió su cerradura forzada. Entró y no echó nada en falta. Se sorprendió al ver que la caja de caudales estaba repleta, como el dia anterior y que no había habido destrozo alguno. En ese instante sospechó, rápidamente fue al backstage para corroborar que su tesoro se encontraba, pero fue en vano.

La obra que le había costado crear año y medio había desaparecido. La venus de Cnilo era una chabacanería al lado de la majestuosidad de su obra. De madera de ébano, había creado a la mujer perfecta. Curvas perfectamente moldeadas con unos pechos pequeños, pero elegantes, que conducían la mirada hacia la cabeza, donde los ojos, pese a no poder haberlos dotado de vida por las limitaciones de madera, eran los más perfectos ojos tallados nunca jamás.

La vida del Viejo tornó una miseria mientras un desconocido disfrutaba de la obra.

A diario mira la estantería, donde ahora existe una copia, pero que no es ni la mitad de perfecta. El vacío en su vida era evidente y, en ocasiones, tras no poder crear nada similar se preguntaba.

¿Quién es Él para disfrutar de la ambrosia de madera?

¿Qué era Él sin su diosa de ébano?

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